Este domingo acabamos de ver la segunda temporada de The Walking Dead, la serie de zombis por excelencia.
Para los que no la habéis empezado a ver o los que en la primera temporada os aburristeis de ver cuerpos desmembrados a la hora de cenar, darle una oportunidad. Tenéis que comenzar a ver series que no sea de médicos, como House o Anatomía de Grey o policíacas, como CSI (NY, Miami o Vegas), Castle y compañía, que ya son cansinas.
The Walking Dead está basada en los cómics de mismo nombre, escritos por Robert Kirkman y dibujados por Tony Moore.
Nos cuenta la historia de un mundo en lo que zombis toman el poder y son muy pocos los supervivientes que tienen que escapar de su hambre de carne humana. Rick Grimes, protagonista de la serie e interpretado por Andrew Lincoln, es un oficial de policía que se despierta de un coma tras recibir un disparo en un tiroteo. Comienza a buscar a su familia, su mujer Lori y a su hijo Carl. Después se convertirá en el líder del grupo de supervivientes donde los encontró.
Cuidado spoiler – Esta temporada dejamos Atlanta y nos iremos al campo, a la granja de la familia Green. Llegarán a ella cuando disparan accidentalmente a Carl mientras buscaban a Sophia. Un total de 13 episodios, en los que pondrán al límite a todo el grupo. Al final sabremos que todos están infectados y que al morir, se convertirán en caminantes.
El último episodio de la temporada ya nos deja entrever cual será la temática de la tercera temporada: aparece Michonne, mujer de la katana, que lleva atados dos zombis sin brazos y sin mandíbulas. Rick, está cambiando y hará todo lo posible para mantener al grupo unido. Y siguiendo la trama de los cómics, me imagino que irán a parar a la cárcel, un lugar aparentemente seguro de los caminantes. Pero para saber si mis suposiciones son ciertas habrá que esperar hasta otoño.
Y sino podéis esperar tanto tiempo y tenéis mono de zombis, en abril saldrá el videojuego.
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